lunes, 31 de diciembre de 2007

Un año que se me fue...


Esta vez los voy a liberar de la obligación de leer mis largos y aburridos textos... Solo voy a limitarme a agradecerles, que en este 2007 que se fue, dos veces por mes, se tomaron 5 o 10 minutos para leer mis cosas... Para mi, es muy importante compartir esto, y los invito a también compartir en este universo, que es Internet, sus pensamientos, cuentos, historias, opiniones o lo que se les ocurra... Gracias!

Y muy feliz 2008!!!! Salud!!!

Su servidor Dionisio

miércoles, 19 de diciembre de 2007

No hay tonto sin suerte


Tras haber conocido a muchas personas, en algunos de mis viajes vacacionales y por mi incansable necesidad de relacionarme, podría asegurar que a todas a las que le pregunte si le haría falta suerte, me respondieron que sí.
Esto me hizo reflexionar sobre este aspecto de la vida, que todos “deseamos” de alguna u otra manera.
¿Por qué anhelamos tanto la suerte? La respuesta no es sencilla seguramente, todos debemos de tener diferentes conceptos de ella y diferentes necesidades y ambiciones que queremos obtener mediante ella. Y tal vez en esta última idea se centra todo, porque de alguna manera se nos inculcó que, a veces, la única manera de conseguir las cosas es con un poco de suerte.
A cuantos de nosotros, al ver a un muchachito medio feo, tirando para feo y medio, con una muy hermosa dama, se nos ocurrió la idea de que “o tiene mucha plata o tiene mucha suerte, o en todo caso, tiene las dos”. Como si levantarse una mujer tendría algo de azar... o de dinero (claro que también se dice que billetera mata galán).
O cuando alguna persona, que parece poco preparada, obtiene un buen trabajo y bien remunerado, casi todos piensan la famosa frase “no hay tonto sin suerte”.
Yo incontables veces he caído en la tentación de cubrirme y excusarme en la suerte. Sobre todo en las épocas de los exámenes, humillado por un nuevo bochazo en alguna evaluación, recurría a consolarme pensando que era una cuestión de suerte y no de conocimiento.
Dicen algunos que “la suerte es para los mediocres”, yo la verdad es que no se que decir, ya que muchas veces pense que "si con la suerte podría conseguir todo lo que deseo, no me importaría ser mediocre feliz".
Por otro lado, se me ocurre pensar, y retomando lo dicho antes, que esto de la suerte es solo un medio, para alcanzar un objetivo o fin. Pero que también no es el único, seguramente es el más sencillo, pero no exclusivo. Existen millones de caminos, con muchos obstáculos y dificultades, que nos llevan a cumplir nuestros sueños. Solo depende de nosotros decidirnos a dar el primer paso, seguido por el segundo y no dejarnos amedrentar con nada ni nadie, ni siquiera con la “suerte” de los demás, hasta lograr lo buscado.
Por eso amigos, recomiendo no vivir condenado a la suerte, ya que ésta quizá ni exista, y sea solo una explicación fácil y sencilla, de que otro logra algo que nosotros no fuimos capaces de lograr. Porque así, los únicos sin suerte serán aquellos que se quedan esperándola.
Los invito, entonces, a buscar y perseguir sus objetivos y sueños, sin esperar alguna “ayudita” extra, seguramente que no será fácil, pero quien sabe, tal vez en el camino tengan un poco de suerte.
Su servidor Dionisio

lunes, 26 de noviembre de 2007

Corazon de Dragon, mentiras de enano


Hoy en casa me tocó el “día del orden a fondo”. Por lo general, una vez por año, casi siempre cuando hay cambio de temporada, elijo un día en el cual doy vuelta la casa viendo que sirve y que no.
Revisando, encontré muchas cosas viejas. Entre ellas, un librito, tipo agendita, que tenía de chico, y que utilizaba, a modo de descargo, de diario personal.
Me senté, como “los indios” (piernas cruzadas), como lo hacía de niño, en el medio de la habitación llena de polvo, y comencé la lectura.
Encontré muchas cosas, algunas que ni recordaba, más adelante iré contando algunas de mis picardías de niño.
Pero hubo un relato que quisiera compartir en este momento. Y para que no pierda la magia y frescura que el mismo relato trae, pensé en transcribirlo textualmente, aún con algunos errores ortográficos que encontré. Aquí les va, espero les guste:

Miércoles 27 de noviembre del ´97
Que vieja insoportable y odiosa la de lengua, como me umillo con la prueva, delante de todos. Resulta, que el otro día nos dio como tarea leer un cuento, uno de un tal Bradburi o algo así. Estuvo todo el día con eso, “acuerdense de leer el cuento. No les doy tarea pero léanlo”. La tarea que nos dictó era la siguiente: Leer el cuento “El Dragón” de Ray Bradbury. La verdad es que nos dio todo el fin de semana para hacerlo, más el lunez, pero justo vinieron a casa unos primos y nos fuimos al zoológico, y el lunes ya tenía un monton de tarea de matematica para hacer. Y no pense que iva a ser tan importante lo del cuento.
Cuando llego el martes no savia nada del cuento, encima tenia lengua en la primera hora, y para rematar no va que yo llego retarde, justo para cuando se hisa la bandera. Mientras estabamos entrando al aula le pregunto a Carlitos, el siempre me salvaba. “Yo tampoco lo leí Dionisio, estoy frito como vos, jeje” me dice el aparato. Por “suerte” agrega: “Solo le pegue una leidita rapida a la primera parte, habla sobre un Dragón que vivía cerca de un pueblo, con ojos de fuego o algo asi”. Y con esas pocas palabras me senté confiado de que si decia algo sencillo como eso la seño no me preguntaría nada más. De todas maneras, cuando entró la maestra, me pico la pancita, sabiendo que me estava jugando.
Después de tomar asistencia, la seño se levantó de su silla y nos preguntó a todos si habiamos leido el cuento. “¡Si señorita!” respondimos cantando. “¿Vos lo leiste Carlitos?” le pregunto a mi compañero de banco, mira si será malbada. Cuando Carlitos le dijo que sí, yo pensé que no había forma de que me pida a mi el cuento, osea, tenía toda el aula.
“Bueno, entonces si vos lo leiste Carlitos, entonces que pase Dionisio al frente y nos lo cuente a todos” Dijo… Yo ahí me quise matar, parecía que se había enpeñado en nosotros. Y pase.
“Voy a ser buena, solo te voy a pedir que nos hagas un resumen cortito del cuento” me dijo.
Bueno, para mi me es facil inventar cosas, asi que dije lo que me dijo Carlitos, lo del dragon del pueblo y los ojos rojos como fuego, y agregue un poquito de que el dragon era muy grande y asustaba al pueblo con sus rugidos.
La maestra se paró al frente mio, me dio la espalda, y le hizo un gesto a mis compañeros, después Carlitos me dijo que fue como ese que se usa para callar, y me dijo: “Bien Dionisio ahora en el texto, al dragon lo describen muy bien, vos dibujalo lo mas parecido posible, si te sale parecido te pongo una buena nota”.
Yo agarre una tisa del pizzaron y le dibuje un dragoncito comun, como el que uno ve en la tele, en las películas de los caballeros, esos. Cuando termine el dibujo, todos mis compañeros se comenzaron a reir y se burlaban de mi dragon.
“Anda a sentarte Dionisio, y cuando te diga que leas algo hacelo. Y Leelo hasta el final no seas vago” me reto la maestra.
“¿Porque se rien?” me dijo Carlitos, totalmente ignorante como yo de lo que pasaba.
Tuve que esperar hasta el recreo, y mientras todos jugaban a la pelota, me sente en el patio a leer el dichoso cuento.
“La vieja de lengua se una hija de pepe” dije cuando termine de leerlo.
No se que decir, me dio bronca, pero ya se que con la vieja esa voy a tener que hacer toda la tarea. Chau

Para el que no leyó el cuento no les voy a decir aquí de que es, ni que forma tiene el dragón. Le recomiendo leerlo y que ustedes lo descubran solos. "Lean hasta el final, no sean vagos" diria mi maestra, y, sobre todo, presten atención al desenlace: http://members.fortunecity.com/literatura2/cuentos/otros/dragon.html
Tuve que aprender, a la fuerza de un papelón, que a veces, no es tan malo reconocer que uno no sabe sobre algo.

Su servidor Dionisio

jueves, 15 de noviembre de 2007

La parca llegó al pueblo


Mis primeros años de vida, los disfrute en un pueblito pequeñito, alejado de las grandes ciudades, del ruido y ritmo de las urbes.
Por ser tan chico, cada acontecimiento, por más banal que era, se transformaba en todo un suceso en el pueblito. Existían cosas y hechos que trascendían, más allá de un simple festejo, y quedaban marcados como parte de la historia del pueblo.
Recuerdo como, cuando yo tenía cinco años, casi seis, el pueblo se revolucionó por la muerte de Don Francisco, nuestro almacenero, de 85 años.
El viejo era muy querido por la gente, y a pesar de mi corta edad, hasta yo podía darme cuenta de eso a diario. Los chicos, como yo, lo queríamos porque a diferencia del otro almacenero grande, Don Francisco nos regalaba un caramelo siempre. Aquel, era de una marca rara, no común, nunca más lo vi, ni oí de el. Era de dulce de leche, envuelto en un papel negro con una línea dorada, por solo recordarlo siento deseos de comerlo.
Los hombres del pueblito, iban al almacén y se quedaban horas eternas conversando y discutiendo de fútbol. Y las mujeres mayores, a veces, hasta parecían presumirle al viejo.
No fue extraño, entonces, ver a todo el pueblo peregrinando hacia su casa, cuando salió a la luz la triste noticia de su fallecimiento.
Abuelos, hombres, mujeres y niños fuimos a apoyar a la familia de este buen hombre.
Para mí, fue una experiencia rara, yo nunca había visto un muerto, y en casa casi no se tocaba el tema de la muerte. Yo veía a la muerte, en ese entonces, como algo muy lejano, algo del pasado, o quizás de un futuro muy alejado, y no como algo que podría suceder en el presente.
A la muerte, todavía se la tiene como un tema tabú. Es difícil encontrar personas que hablen con total naturalidad del tema, y sobre todo lo sepan explicar. ¿Se pusieron a pensar que difícil que es explicarla? ¿Cómo harían para clarificarle la idea a un chico de cuatro años, que viene y pregunta qué es la muerte y porqué tiene que pasar?
Entre mi viejo, el mecánico de la zona, preocupado más por el motor oxidado de un chevy que tenía al fondo, que por sentarse a charlar conmigo, y mi mamá que no daba a vasto con las cosas de la casa, nadie se sentaba conmigo a explicarme que pasaba.
Con estas falencias en mi comprensión de lo que estaba ocurriendo, llegamos a la casa de Don Francisco.
Estaba tan lleno que yo pensé que no íbamos a llegar nunca, sin embargo llegamos a entrar. Era una sala grande, que no tenía muchos muebles, había un par de sillones en las esquinas, y unas cuantas sillas. Hasta ahí, lo único que me había llamado la atención fueron las flores y el perfume de éstas, eso hasta que descubrí un cajón grande al fondo de la habitación. Con la curiosidad clásica de un niño, avance un par de pasos. “Epa, ¿adonde vas?” me dijo mi papá, mientras me agarró la mano. Al ver frustrada mi intensión, me obsesione con la idea de ver lo que había dentro del cajón, ya que todos se acercaban, veían y se retiraban llorando.
En un descuido de mis padres, corrí en dirección al cajón. Cuando llegué, lo vi a Don Francisco, parecía dormido, pero sumergido en un sueño especial, sus facciones transmitían tranquilidad, la misma que transmitió durante toda su vida. No recuerdo muy bien que sentí en ese momento, solo que, por curiosidad tal vez, intenté tocarlo. Cuando estaba por hacerlo, me agarró la mano mi papá, me pegó un tirón y me dijo: “aquí no se puede jugar” y me sacó de la casa.
Aquella experiencia la recordé por varios días, a mamá, la volví loca por un mes casi. ¿Dónde fue Don Francisco? ¿No va a volver? ¿Ahora que no estaba, quién iba a atender el almacén? ¿Me seguirán dando caramelos?
“La muerte es irse a otro mundo. Un mundo donde uno está mejor, y donde no se regresa”, así me lo explicó en aquel momento mi mamá, y seguramente, cuando me toque explicárselo a algunos de mis hijos, le diré algo parecido.
En aquel entonces, sentimos la ausencia de Don Francisco, y nos costó retomar la cotidiana rutina. Sin embargo, como pasa siempre, hasta en los pueblos pequeñitos, continuamos hasta que logramos acostumbrarnos a un nuevo ritmo, a un nuevo almacenero, o a una nueva ciudad, como mi caso. Ese aprendizaje, que se obtiene al cicatrizarse una herida, permite un crecimiento que, tal vez, de otra manera no se lograría.
La muerte es, desde ese punto, una posibilidad de aprendizaje y maduración, de aceptación y crecimiento, para todos aquellos que nos quedamos en este mundo. Y la vida, la vida es muy corta, por lo tanto hay que aprender a disfrutar de ella lo máximo posible.
Su servidor, Dionisio

sábado, 27 de octubre de 2007

Historia de Verano


La otra noche, recostado, entre el sofá y una silla, y viendo un poco de televisión, me suena el teléfono. “Hola, ¿como estas?” me dispara. A lo que, rápido de reflejo, respondí: “Bien, por suerte, pero ¿con quién tengo el gusto y “piacere”?. “¿Cómo? ¿ya no te acordás de mí? Soy Vivi”, me lanzó. En ese momento, y por un instante me quedé totalmente en blanco y sin reacción, por suerte, retome el hilo de la conversación, y haciendo un poco de esfuerzo la recordé…
A Vivi la conocí en unas de mis vacaciones en la costa. Yo había ido a visitar a unos parientes que tengo allí cerca, y el mismo día que llegué, la vi. Estaba sentada conversando con mi primo Gabriel.
Delgada, pero no tanto, ese día traía puesto uno de esos mini shorts –después descubriría que no le gusta mucho usarlos- que revelaban sus largas y perfectas piernas, de cabello cobrizo, y con unas pocas ondas, necesarias como para dejar traslucir su hermosa sonrisa en el momento justo. Sin duda, me enamoró desde el primer momento.
Mi primo, se dio cuenta al instante. No tuvo problema, me la presento, y ahí nomás, entre charla y charla, propuso reunirnos a la noche, con otros amigos.
Como a ella la había visto de antes, y porque me gustaba muchísimo también, hable toda la noche solo con ella, y por suerte hubo onda desde el primer día.
Vivi, era una chica muy simpática, con mucha capacidad de diálogo, y sobre todo, muy divertida, le gustaba mucho su hogar, y sobre todo el mar. Yo me sentía muy bien con ella, y no tenía que hacer mucho esfuerzo para estar con ella y divertirme.
El resultado fue, que dos días mas tarde, ya estábamos hechos unos novios enamorados. Para mi era un sueño, me gustaba realmente, y nos llevábamos muy bien.
Esos días que me quedé con mis tíos, los pasábamos juntos, todo el día teníamos algo que hacer, fueron las mejores vacaciones de mi vida. Pero, como todo lo bueno de este mundo, se terminó.
El último día, nos prometimos seguir escribiéndonos, llamarnos y hacer todo lo posible por no perder el contacto.
Duró realmente muy poco esto, lo de la distancia es algo que, tarde o temprano, desgasta cualquier relación. A mi me resultaba muy difícil, y me imagino que a ella también.
No se llegó a charlar sobre nuestra “ruptura”, simplemente nos dejamos de llamar, nos dejamos de escribir, en síntesis, nos dejamos.
Pasaron ocho años desde la última carta, no supe nada de nada, hasta hoy...
“Vivi!!! Mi amor!!! ¿Como estas?” le respondí, con una mezcla de alegría y nostalgia.
“Bien, te llamé porque el otro día lo encontré a tu primo y me hizo prometer que lo iba a hacer. Y la verdad es que quería saber de vos” me dijo.
- Yo estoy bien.- dije- Vivo donde siempre, aunque ahora solo, mi compañero se casó y me abandonó. Así que no tengo quien me rete por mi desorden.
- Yo también, lo hice. Hace dos años que estoy casada con alguien de aquí- me contaba, y mientras lo hacía yo veía diluirse mi esperanza de volver a verla, por lo menos como mi Vivi- El es Licenciado en Oceanografía, y en cierta forma trabajamos juntos, yo me termine por recibir de bióloga marina. Por suerte, soy muy feliz.
Charlamos un buen rato, me contó de algunos de sus estudios e investigaciones, de sus sueños y de que piensa en algún momento ser madre. Mientras que yo, hable muy poco en realidad, solo quería escucharla, aquella voz en el teléfono, me recordaba tantas cosas y tantos momentos lindos. Ella intentó sacarme cosas, yo trataba de contar poquito y nada, por un lado para seguir escuchándola, y por el otro para reservar algo para que, alguna otra vez, pueda volver a hablar con ella.
Me dejó su teléfono, y lo escribí en la heladera. Quedamos en llamarnos nuevamente, para conversar otra vez, y me invitó, para alguna vacación, ir a su casa, donde podría conocer a su esposo y el maravilloso trabajo que hacen juntos.
La vida, a veces, es poco primorosa, y cuando puede nos deja, tan solo, sentir el aroma, y no saborear de los mejores postres.
Paso todos los días por la heladera, la miro, agarro el teléfono, y vuelvo a mi sofá, a ver televisión y esperar que me llame otra vez, porque yo no tengo el valor para hacerlo.
Las historias de amor de verano tienen eso, son solo de verano…
Los saluda.

Su servidor, Dionisio

viernes, 12 de octubre de 2007

Yo y mi bicho... una relación dialéctica


Todos tenemos algún bichito. Aunque la primera oración se puede entender de varias maneras, a la que me voy a referir hoy, tiene que ver ese no se que, o “bichito”, como lo llamo yo, que sentimos cuando tenemos muchas ganas de hacer algo que no esta bien. Y es ahí cuando comenzamos a cuestionar ¿que está bien realmente? Es entonces cuando este “bichito” aparece y nos termina por aguar nuestras intensiones.
Para dejar más claro, voy a poner un ejemplo. El otro día salí, como todos los martes a la noche, a correr por el parque. Pero esta vez ya estaba cansado antes de salir, sin embargo, para no romper mi sana rutina, me aventuré a ir. Ya estaba por terminar de dar mis clásicas vueltitas, cuando unos chicos me silban y, al mismo tiempo, me gritan: “Eh! ¿No querés jugar? Nos falta uno”, en ese momento me saltó el bichito y pensé: “Mmm… ¡Que lindo jugarse un fulbito! Aparte siempre es bueno”, por otro lado, pensé por mi cuenta: “estoy muuuuy cansado, no me conviene”, por eso agarré y les dije: “¿Para donde juego?” Le hice caso al bichito endemoniado.
Termine el partidito y me fui a casa, fusilado como estaba. Así, llegue gateando al ascensor. “No funciona” me dice el portero, y con una sonrisa burlona agrega: “vas a tener que usar las escaleras” Me invadió unas ganas irrefrenables de pegarle, nada muy loco, aunque sea un chirlito, digo, como para hacerme respetar no; pero otra vez el bichito que me salta y me dice: “no esta bien eso, pobre tipo”.
En fin…Por cada escalón que subía, maldecía el momento en que decidí mudarme del segundo piso al catorce. ¿Hace falta que le diga consejo de quien fue?
En cuatro patas llegué a la puerta de mi casa, abrí como pude la puerta y entre. Ya adentro solo pensaba en irme a dormir, y otra vez el bicho metido: “no te vas a acostar así, estas todo sucio. ¡Anda y bañate!” Y como un gil agarre mis cosas como pude, y para no estar parado mientras me duchaba, llene la bañera. Me metí al agua, y tan cansado estaba, que me dormí ahí nomás. Me desperté dos horas más tarde, con un dolor en la espalda y en la nuca terrible… Anduve todo el día adolorido, y todo por no dejarme llevar por mis impulsos y deseos, por hacer caso de los consejos de ese bichito del demonio.
Por eso compañeros y amigos, no le hagan caso a su bicho, les aconsejo que sigan sus instintos y sean felices.

Su servidor, Dionisio

Anexo: Si esto lo lee algún psiquiatra; que no se asuste, ni quiera venir a casa para internarme… Por favor no le haga caso a su bichito!!!

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Un ser "superior"


Clásico en mí, me agarran los estados anímicos por momentos, aunque en realidad son días. En estos últimos, me agarro por sentirme un poco filósofo, y cuestionar un poco de aquí y de allá.
Indagando sobre los aspectos más absurdos de la vida, con el único pero firme objetivo de perder mi tiempo de manera tautológica, descubrí que existen singularidades curiosísimas en nuestra vida diaria.
La mayoría de estos acontecimientos los dejamos pasar sin más reparo. Pero, como un buen día me desperté hecho todo un filósofo los voy a, por lo menos, nombrar.
A ver usted, que está sentado en frente de un monitor, nunca se preguntó ¿porqué todos, o por lo menos los que lo reconocemos, vivimos situaciones similares? ¿Es un error de configuración del que diseño este universo, algún tipo de “pruebita” que tenemos que vivir si o si, o algo similar?
Como prueba numero uno de mi alegato voy a mencionar la “raja” de los plomeros, gasistas o cualquier personal técnico que realice un trabajo en nuestra casa. Es ley que cualquiera de estos especialistas, al agacharse dejan la descubierto esa gran, y toda sudada, raya del c.... Diganme que estoy hablando por hablar (que de hecho es así) pero ¿Por qué tenemos todos que ver esa desagradable escena? No se salva nadie ehhh
La prueba numero dos, que pensé como algo que a todos nos sucedió sin explicación aparente, tiene que ver con los deja vú. Aunque parece que este último tiempo la palabra se puso de moda (no hablo por la película, por si alguno se le ocurrió… que por cierto está buena), el hecho sucedió desde siempre, y sin manejar ningún dato estadístico, para variar en mis divagaciones, podría asegurar que a todos nos pasó por lo menos una vez. ¿Qué objeto tiene? ¿Qué significa? ¿Es algún tipo de chiste para hacernos parecer más tontos de lo que ya somos? ¿Por qué nadie me responde? (a la última pregunta pude contestarla, es porque estoy encerrado en una pieza solo y nadie me escucha gritar)
Las últimas evidencias que traeré para ratificar mis alocados, y desvariados, argumentos, son una serie de hechos que demuestran que existe alguien que diseña y organiza nuestro universo, que no sólo es un “ser superior” sino que además hace cosas constantemente para burlarse de nosotros. ¿Cómo es posible que cuando uno más apurado está no pase un taxi? ¿Por qué cuando ganamos plata en una mano de ruleta, en la siguiente perdemos todo? ¿Es lógico que en los días más importantes, surjan millones de problemas a solucionar? ¿Es realmente factible, que se nos caiga el pan que recién untamos con mermelada, dulce o manteca siempre con lo untado para abajo?
En definitiva, y para ya no agobiarlos más con mis constantes preguntas, les dejo mi reflexión final. En algún lado, existe este “graciosito”, que se encarga, muchas veces, de burlarse de nosotros y de nuestra pobre y aburrida vida, que tiene muchos años y que sus “chistes” ya son viejos. Propongo que, al fin, cambie el repertorio.
Los saludo, no sin antes invitarlos a meditar sobre estas, y otras situaciones similares. Y si aún, desean “desafiarlas” jugando unas vueltas en la ruleta avísenme.

Su servidor, Dionisio

jueves, 6 de septiembre de 2007

Me vuelvo viejo (Retro final)

Nuestros Juegos y juguetes...
Bien, me decidí a concluir con esta serie de viejos recuerdos, que durante este tiempo estuvieron rondando por mi, cada vez mas calva, cabeza.
Entonces, para esta que será la última de mis remembranzas, decidí hacer un pequeño compendio de actividades. Pero tratando, esta vez, de llevar cierto orden lógico y, sobre todo, cronológico.
Difícil reconocer una verdadera edad de plena conciencia. Sin embargo, algunas de las cosas que me acuerdo que hacía de niño era jugar en la vereda de mi casa, o en la de mis vecinos, que era como la mía porque entraba y salía a libre disposición. Fue allí, donde comencé a conocer a mis mejores amigos, que me acompañarían en dichas y tristezas. Cuando recuerdo esos juegos, como las escondidas, la “Toca” (o también conocida como el “tú la traes”, “La mancha” o algo así…), el “congelado” (o las estatuas), y tantos otros juegos sumamente sanos, y divertidos a la vez, que jugábamos de niños, me es tan dificultoso imaginarme, en un par de años, a mis propios hijos jugando libremente en la calle. Cada día que pasa, la calle se convierte en tierra de nadie, y la gente parece, a veces, haber involucionado; hoy existe una maldad y una perversión en las calles que me hacen pensar seriamente si debería permitirles a mis hijos exponerse o no.
Tampoco era tan sano andar “vagabundeando” por las calles, y tal vez por eso, o porque los volvíamos locos, nuestros padres, y tíos sobre todo, nos regalaban juguetes y juegos para el hogar. Pensando en ellos, los juguetes que recuerdo casi sin hacer ningún esfuerzo son los famosos “Playmobil”, aquellos que eran policías, bomberos, reyes o piratas, según el sobrero, la pechera, el pantalón y/o la herramienta que usen. Para las niñas, en ese tiempo si mal no recuerdo, estaban los pinypon, que eran casi lo mismo solo que realizaban actividades como vender verduras, panadero del barrio, etc. Creo que las chicas jugaban, también y además de las clásicas Barbies, con unos caballitos “pequeños ponys” o algo así (perdón por la inexactitud, pero fue hace muuucho je).
Los nuestros, de nenes, eran tal vez más variados. Hoy recuerdo los muñecos de He-Man, que si les apretabas las piernas daban piñas, el Mazzinger, aquel que tenía un botón en el brazo que disparaba sus puños, tal cual el dibujito, y tantísimos otros que por olvidadizo hoy no recuerdo.
Obviamente, no todos estaban definidos por géneros, existían un montón de juguetes que compartíamos tanto nenas como nenes, más allá que siempre había un nene que jugaba con las barbies o la nena que se sentaba con sus 3 o 4 hermanos a jugar con los juguetes de los súper amigos (superman, batman, robin, flash, etc.). ¿Se acuerdan del famoso “miky-moko”? ¿Los rastris? ¿El ludomatic, aquel que nos regalaron a todos alguna tía vieja pero copada?
Las actividades en las escuelas también están bien recordadas. Aunque nunca llegue a entender bien, parecían divertirse mucho saltando el elástico, la rayuela o la misma piola. Yo prefería juntar mis “figus”. Recuerdo que tuve muchas, a ver: “Los supercampeones”, las de Oliver y Benji; “Batman”, las del “mundial 90”, y muchas más claro.
Un poco más de grandecito, y poco a poco, la tecnología se fue adueñando de mis ratos libres. Si tendría que hacer memoria, recordaría la famosa “commodote 64”, un maquinon que me entregó tardes y noches enteras de diversión. Tal vez, muchos no recuerden, pero para jugar con estas “computadoras” se debía cargar el juego con un cassette de cinta (los mismos de audio). Mas tarde, descubrí la XT, que tenían un sistema similar.
Hasta que apareció nuestro tan querido Attari, “la consola” de video juegos por excelencia. Luego, llegó el Nintendo, con el multijugado MARIO BROS., mas tarde el Sega mega drive, con el espinillo que se hacía bolita.
A partir del Supernintendo, comenzaron a salir miles de consolas, tantas que hasta hubieron muchas que ni conocí (game boy, play station, etc.). Por mi parte, preferí los juegos de mi PC, y ahí quedé hasta hoy.
De esa manera, transcurrió mi infancia, la nuestra. Tal vez no fue la mejor época de todas, pero ¿a cuantos de nosotros no nos gustaría que nuestros hijos vivan una similar?
Les dejo un abrazo, nostalgioso como estos recuerdos, que nos trasladaron, aunque sea por un ratito, a una época en donde compartíamos pocas maldades y muchas travesuras.

Su servidor, Dionisio.

domingo, 19 de agosto de 2007

Me vuelvo viejo (Retro cap. 2)


Hace un tiempin, me agarró la nostalgia y meditaba sobre las viejas cosillas que hacíamos los vejetes como yo. La idea fue en principio enumerar las actividades pero entre chiste y chiste se me hizo largo lo de la tele, por eso decidí fraccionar mis añoranzas.
En esta oportunidad, me senté a recordar la pelis que iba a ver de más joven (no es que ahora no lo sea... jeje). En realidad, siempre fui medio fanático de aquellas donde había algún súper héroe, aunque me gustaba, y todavía me gusta, ver de todo.
El tipo era de esos que iba al cine a ver películas como Superman (todas), batman (todas), flash, Conan (las dos), Indiana Jones o Robocop, el policía robot, una huevada ¿no? Jaja Sin embargo, yo iba (un nabo total).
Pero también iba a ver otros tipos de películas, ¿se acuerdan de los cazafantasmas? Jaja. Los cuatro tipos que vestidos con un mameluco horrible salían en busca de fantasmas en el ecto 1.
Para esa época fui, también, a ver “Las aventuras de chatran”, la peli del gatito que enterneció a todo el mundo, y que al final después nos terminamos enterando que para hacer la peli se abusó de un montón de gatitos, y que muchos de ellos murieron (para los ecologistas maníacos les recomiendo leer http://www.telepolis.com/cgi-bin/web/DISTRITODOCVIEW?url=/1469/doc/arte/chatran.htm ).
También fui a ver Willow, la historia, llena de fantasias, de un enanito que encuentra a un bebé y lo cuidad de monstruos, peleas etc. que la verdad no me gustó ni medio en su momento, menos ahora, no se la recomiendo a nadie.
“La historia sin fin I y II” peliculones las dos. “Corre Atrellou, corre!” jaja; alguna vez todos los chicos jugaron con ser Atrellou, y las nenas, por supuesto, enamoradas de él.
Otra muy buena y graciosa fue “Beetlejuice” ¿se acuerdan del fantasma ese?
Las películas de terror de esa época también fueron un clásico, los julepes que me habré pegado con “Freddy”, con “Halloween” o “Tiburón” y todas sus sagas. Tal vez hoy veamos esos clásicos y no nos cause nada de miedito, pero lo que eran los cines en ese entonces, un solo de gritos.
Ahhh pero no me puedo olvidar del cine argentino, por lo general, existían copias burlonas de las películas yankis: “Bañeros I y II” burlándose toda la película de tiburón, también “La brigada explosiva” o “Rambo, Rambito y Rambón” no hace falta aclarar nada… sin palabras.
Espero que en estas poquitas líneas hayan recordado alguno que otro film que disfrutaron en una época pasada. Seguramente me quedaron muchas de mis favoritas afuera, pero traté de resumirlas en otras, se aceptan otros títulos que nos hagan recordar un buen momento sentado frente a la gran pantalla.
La tercera parte de mis recuerdos “Próximamente…” “Ya viene…” “Coming soon…”

Su servidor, Dionisio.

lunes, 13 de agosto de 2007

Me vuelvo viejo (Retro cap. 1)


“¿No tienes algo para hacer aparte de estar sentado como un imbécil ahí?”, la frase que me acompañó durante una gran parte de mi vida… Tal vez en otros tiempos, la vida era más linda: los nenes salían a jugar a la plaza, donde todavía no habían tantos delincuentes fumando uno que otro porrito; los adolescentes recién lo eran cuando se cumplía con el ritual de la entrega de los famosos “pantalones largos”, y pensaban más en presumir a la vecina, que preocuparse de esconderse de los borrachos de la esquina; o simplemente, lo que pasaba era que no se tenía la tecnología que hoy se tiene.
La cuestión es que porque en estos días me agarró el viejazo, característico de la gente de mi edad, y en él recordé algunas de las actividades que realizaba de niño, de adolescente, y que a veces aún hoy realizo. Entre ellas encontré un par que desataron alguna que otra sonrisa: miles y miles de horas, sentado frente al televisor, mirando cosas que tienen poco sentido, que solo sirve para asegurarme que durante ese tiempo no logre nada más que estar de vicio ¡Qué hermoso! De niño, hubieron series y dibujos animados que me marcaron, y para nombrar algunas/os: Brigada A, no había nadie que se resista a ver las aventuras de tiros de esos tipos; el viejo y querido marcianito de ALF, o la parejita de Mork (marciano del planeta Ork creo) y Mindy con Robin Williams, el inmaculado Chavo y todos los personajes de Chespirito; y entre los dibujos de la época estaban: los clásicos de la Warner (Bugs Bunny, pato lucas, etc.), Los Thundercats, unos grandes, los felinos que peleaban con un malo, todavía me acuerdo de Leonó, un maestro; aquel que decía “thunder, thunder, thundercats, thuuuuuuuuuuuu” con la espada en la mano y se iluminaba el ojo de todos los “Michis” que acudían a rescatarlo, también estaba He-Man con su “Poder de Greiscol” y su tigre amigo, y los inolvidables “Halcones Galácticos”, donde el malo decía algo como “…dame el poder, la fuerza… de ser invencible!!! ” y se transformaba en un bicho poderoso. En mi adolescencia el gusto televisivo fue cambiando, no demasiado en algunos casos, me seguían gustando algunos dibujos y algunas series. Para aquel entonces, estaba comenzando la serie de dibujos mas exitosa hasta el día de la fecha, Los Simpson, si señores yo vi los primeros capítulos, como también comencé a ver Friends, y hasta veía Brigada Cola jaja. Era de la época de los primeros Video Match, que te hacían reir de verdad, y no se veían tanta mina desnuda.
Inevitablemente los años pasan, y uno comienza a darse cuenta, lo que es un signo de que no vienen solos, sin embargo, yo creo que recordar viejas actividades no es tan malo ni tampoco es vivir en el pasado ¿o si?
Como en estos días ando tan memorioso, voy a extender el tema para otra oportunidad en donde voy a recordar otras actividades de “Aquellos años felices” ¿se acuerdan?
Hasta entonces.

Su servidor Dionisio

sábado, 28 de julio de 2007

¿Lo hago o no lo hago?, esa es la cuestión


Hace falta que uno no pueda hacer algo, o diga que no va a hacerlo para que se presenten millones de buenas oportunidades que te tientan a tirar todo. Esto parece ser ley, y al tema ya mencionado con anterioridad (en Irresistible), hay que agregar miles de situaciones.
Recuerdo, por ejemplo, cuando era chico y me pasaba eternas tardes aburrido en casa (porque nenes del ahora, antes no existía la play, y eran pocas las casas que tenían compu), sufría horrores, porque no hay nada más desesperante para un chico que estar aburrido. ¿En que derivaba mi aburrimiento? Si, seguramente muchos adivinaron, en mandarme alguna macana, que por propiedad transitiva, tenía como consecuencia un castigo. ¿Cuál? Fácil, “no salís a jugar con tus amiguitos”. “Es un castigo tonto de cumplir”, decía yo, y levantando la cabeza, con displicencia, y sobrando la situación además agregaba algo así: “mis amiguitos este fin de semana no estarán. Martín se fue a la casa de su abuela, y Carlitos hoy sale a pescar con su pap...” y antes de terminar la frase tocaban a la puerta, y mamá salía con una cosa como: “Es Martín, dice que no se fue a su abuela porque Carlitos los invito a vos y a el a pescar ¿Qué le digo?”. “Y nada mamá ¿que le querés decir?”. Siempre pasaba algo así, o algo similar, que seguro la mayoría de las personas normales (cuando me refiero a los “normales”, lo hago pensando en todo el mundo excepto los nerds que nunca hacen otra cosa que estudiar) alguna vez vivimos. Cuando estudiábamos y nos iba mal durante el año, la oportunidad de recuperar las materias, se dan en épocas de vacaciones. Es ese quizá el peor de los castigos, desfilan miles de amigos invitándote a millones de lugares fantásticos, pero no, el nene se tiene que quedar en casa estudiando.
Esto te termina por pasar toda la vida. Puedes vivir para buscar un pantalón que te quede bien, o una camisa, o un auto que te gustó siempre, y no lo encontrarás nunca. A menos que te gastes la plata y no haya manera de recaudarla nuevamente, seguro que ese día encontrarás lo que buscabas. Los gorditos/as sufren con las dietas, que comienzan después de posponerlas y posponerlas, y hace falta que las inicien para que caiga un amigo/a para invitarlo/a a un cumpleaños donde habrá millones de cosas dulces, y es justo esa noche.
Me tocó por sufrir cada uno de estos males, y muchísimos más, que enumerarlos casi sería tan agobiante como leerlos, dejo la oportunidad de que ustedes mismos recuerden alguna situación similar y se rían solos delante de la compu de lo burlón que es este mundo.
Y a los que comenzaron la dieta, o juraron no ir más a una fiesta, los invito, esta semana decidí hacer la “fiesta del caramelo”.

Su servidor Dionisio

miércoles, 18 de julio de 2007

¿Sos mi amigo o no?


“Seremos amigos para siempre…” ¿cuantas veces habremos pronunciado esa frase? Lo cierto es que la amistad es una de las experiencias más lindas de la vida, pero para muy pocos funciona eso de la amistad por siempre.
Cuando comencé a escribir esta entrada, pensaba como lograr que la gente que la lea entienda mi concepto de amistad. Y no pude encontrar una respuesta, será porque todos tenemos concepciones diferentes del término, y eso a veces torna dificultoso el aprehender otra distinta.
Por eso en esta semana, en la cual se festeja el día del amigo, solo se me ocurrió contar una de tantas experiencias con uno de mis mejores amigos, que por circunstancias de la vida nos alejamos.
Javier, aparte de vecino y socio de fechorías, era mi compañero del colegio. Un día, mientras estaba llegando al cole, lo encuentro en la calle con una sonrisa particularmente extraña, y se me ocurre por preguntarle: “¿Qué te pasa, tuviste una buena noche? ¿Llegó al fin tu príncipe azul? jaja”; me mira y me dice que pensaba contarme pero como era tan aparato, ahora no lo pensaba hacer… algo que no le duró ni 20 minutos, y me contó.
Resulta, que para ese entonces estaba el bum de Internet, y a éste le habían comprado una compu nuevita con acceso a la “nueva tecnología”, mientras, en mi casa lo más nuevo era una licuadora de mamá, que cada vez que queríamos usarla teníamos que sacarle el óxido de las hojas.
En fin, como podía entrar a Internet comenzó a navegar por la Web, y por Chat conoció a una chica que se conectaba una vez por semana o a lo sumo dos. Según el, al principio todo comenzó tranquilo, pero que cada semana se ponía mas caliente la charla y eso lo volvía loco. Yo, primero le pregunte un par de datos como para entrar más en clima: “¿Sabes de donde es? ¿Cómo se llama? ¿Edad?”; él, al fin, me dijo que ella era de nuestra misma ciudad, pero que no tenía idea del nombre, porque usaba nick (que en ese momento no sabía que era, pero me callé para no pasar un papelón) ni de la edad.
Y se me ocurrió preguntarle: “Che bolu ¿Y porque no la convences de verse?, capaz que está buena”, a lo que el me dijo rápido “Tenés razón, hoy creo se conecta, le voy a preguntar”
Al otro día aparece en el colegio loco, desaforado, fuera de sí, lo agarre y le pregunte que le pasaba, y el petiso me respondió: “Me dijo que sí, que sí, y no se que hacer. ¡Que sí! ¿Qué hago? No me animo, no voy a ir. No, no, ni en pedo voy. ¡Mira si es un trava!” Con todo ese chorizo de cosas me imagine sobre que hablaba, y aunque compartía la angustia de mi amigo, con lo último que dijo, no pude aguantarme y comencé a reírme a carcajadas. “¿De que te reís, salame?” me retó, a lo que yo entre risas le dije: “¡Hace como 2 meses que chateas, y recién te preocupas si es un trava! jaja”, se calentó un rato pero después se le pasó y me contó todo.
Resulta que éste maricón, no tuvo el coraje de ir la noche anterior a la casa de la “misteriosa” mujer, pero creyendo que iba a tener más valor quedó para el día siguiente, pasar por un banco de una plaza al medio día (después de clases). “Tenés que ir conmigo, vos me metiste en ésta, no me podés fallar. ¿Sos mi amigo o no?” Me volvió loco toda la mañana, hasta que accedí a ir.
Salimos de clase, yo entre risas y cargadas, trataba de que mi amigo se tranquilice un poco. Cuando llegamos al lugar, le dije que nos quedemos al frente, por si las dudas. Estuvimos como dos horas al rayo del sol, clavados ahí, duros como rulo de estatua, y nunca apareció la ínter nauta. Cuando ya nos hacía ruido la panza, lo abrace y le dije: “Ya está chato, seguro que era un trava y no encontró corpiño”, me miró y me dijo: “Entonces, ¿no habrás sido vos?”, así, entre burlas compartidas, nos fuimos cada uno a su casa.
Mi amigo no volvió a chatear más con la “misteriosa mujer”. ¿Y yo? Yo aprendí que eso de Internet no era tan bueno como parecía, y comencé a quererla un poco más a mi vieja batidora.
La amistad es compartir, por eso, en esta semana, les recomiendo que no se cansen de llamar a sus amigos que, en un momento u otro, compartieron cosas, y si les queda un ratito, compartimos un vaso de cerveza y una rica pizza.

Su servidor Dionisio

jueves, 28 de junio de 2007

Panza llena, corazón contento?


¡Que lindo que te inviten a comer comida casera! Ir a la casa de algún amigo, o lo que es mejor, a la casa de alguna hermosa mujercilla, la cual, sabiendo nuestro punto débil, la comida, nos pide que asistamos a su casa, a disfrutar del placer de comer en casa ajena ¡que lindo es!.
Ahora, se dieron cuenta lo dificultoso que es cuando el que realiza la invitación es uno. Siempre pasa algo raro ¿o me lo van a negar? Siempre, siempre se te olvida un ingrediente y hay que salir “al humo”, como se dice, a conseguirlo. Se quema la salsa, o sale agria. ¿Cuántas veces se te habrá pasado la mano con la sal o la pimienta a la comida? Nunca, pero ese día se te pasó. Encima ese día seguro que te pasan un millón de cosas, y llegas tarde a cocinar, por lo tanto cuando llega el o la agasajada, a la comida le falta como una hora, un garrón! Ni hablar del lío que queda la casa cuando termina todo… un solo amontonamiento de platos, ollas, sartenes y demases cachivaches, que de solo mirarlo quitan las ganas de de limpiarlo y ordenarlo a cualquiera.
Por eso señores, yo opino que si nos reunimos, vamos a cenar a la casa de otro, o comemos pizza en la mía, conozco una muy buena pizzería cerca de casa… Los invito!

Su servidor Dionisio

martes, 5 de junio de 2007

El viajar es un placer


El otro día me tocó en “suerte”, realizar un viaje con bastantes horas encima. Todo aquel, que por diferentes motivos, tuvo que viajar muchas horas, durante mucho tiempo, sabe la tortura que es. Claro, que siempre están las excepciones, aquellos que se sientan dan o tres vueltitas y se duermen todo el viaje. Pero por lo general, aguantar el viaje es dificilísimo.
Ya dormir es difícil, estas en un asiento que cuando te lo venden en las ventanillas pareciera que te venden un sommier, y cuando lo ves es una cosita pequeñita, chiquita y dura; y encima seguro que el que te tocó está roto, y no “se hace cama”. Y pretenden que uno duerma en eso.
Ah! ¿Y la compañía? Uhhh un tema. Uno siempre sueña e imagina que va a viajar con una señorita hermosa y vas a lograr algo, sin embargo eso nunca pasa.Yo, por ejemplo, vivo para acompañar viejitas, pero no cualquier viejita. A mi me toca una raza especial de ancianas. Son especialmente rompe paciencias: “Hijito, ¿me ayudas a cargar mi bolsita en el maletero?”, “Hijito, ¿no me pasas mi bolsita?” (5 minutos después) “La subís de nuevo, gracias”. Lo peor es que según va pasando el tiempo, parece que se van acostumbrando a decirte que es lo que tienes que hacer, tanto que creo que ya piensan que uno es casi un “esclavo” suyo: “Bajame a comprar unas galletitas, por favor”, “Estas no me gustan, son muy dulces ¿me las cambias? Y a la vuelta ¿me traes un café?”
Y uno baja, maldiciendo a todos los Dioses y astros que se acomodan siempre para que no viajes tranquilo, y cada viejita es peor. Pero ¿que le vamos a decir?, y nos consuela decir que si esa fuera nuestra abuela nos gustaría que se la tratase bien. Pero, si esa fuera nuestra abuelita, la mandamos a freír papas, ¿que nos viene a mandar? ¿Quién se piensa que es?
Así, uno tiene que seguir siendo esclavos de los demás, atendiendo peticiones ajenas, descuidando requerimientos propios, porque mientras buscabas la “galletita menos dulce” se te estaba yendo el colectivo y no tuviste tiempo de comprarte algo para vos.
La semana que viene tengo que viajar de nuevo, espero me toque una linda señorita y logre algo, ya les estaré contando.
De todas maneras si deciden viajar, avisen y nos vamos juntos, ¡pero no me sienten a lado de la abuela!


Su servidor Dionisio

jueves, 24 de mayo de 2007

Viejos son los trapos


Siempre va a saltar alguno que dirá “a mi eso no me pasa”, pero estoy seguro que a la mayoría de los humanos nos sucede, y es a esa mayoría a la que me dirijo. Vieron que difícil es tirar a la basura esa prenda que, por diferentes motivos, tanto apreciamos. Estoy hablando de aquella que tiene más de “mil batallas”, aquel calzoncillo que usabas solo para “ocasiones especiales” y hoy usas para jugar al fútbol porque tiene más agujeros que tela, o aquella bombachita rosa que usabas para ir a fiestas o a los exámenes, y hoy con suerte la usas para dormir o limpiar tu casa porque si existiera la micromicromicromini tanga ella entraría sin duda en el catalogo si no fuera que ya no le queda ni color que la defina.
Se los digo, porque a mi también me pasa, tengo un montón de calzoncillos y medias agujereadas por todos lados, que ya me sobran los partidos de fútbol al mes para usarlos.
Os dejo entonces amiguitos, para que ustedes decidan por sí solos que hacer con sus trapitos: tirarlos, usarlos para limpiar los muebles o inventar algún otro uso místico y oculto.
Por mi parte, los voy a atesorar como bellezas únicas, porque cada uno de ellos son un recuerdo distinto, y uno no suele tirar los recuerdos… ¿o si?
Aguanten los trapos viejos
Hasta la próxima…

Su servidor Dionisio

martes, 8 de mayo de 2007

Festejar


¿Se preguntaron para qué son las fiestas? Seguramente que no, ¿para qué te vas a preguntar eso?
En fin…El tema es que hay miles, más bien millones, de fiestas semanales en todo el mundo, y las hay de todo tipo desde las más simples y humildes, hasta las excéntricas y glamorosas, desde las más aburridas hasta las más osadas y perversas (las que me gusta participar, aunque no desestimo ninguna).
Pero… ¿para qué sirve? ¿Para qué haces una fiesta? Seguro, que no para que te desordenen y te ensucien toda la casa (que estuviste ordenando porque venían a la fiesta); no creo que te agrade demasiado sacar amigotes ebrios y colocarlos en un taxi como si fueran bolsas de papas, para luego regresar y descubrir que te vomitaron la campera que justo te regalaron ese día, que obviamente estaba sobre el sofá que hoy trajiste luego de que te lo retapizaran; me parece medio raro que te guste que ese amigo de tu amigo, que vino porque justo de casualidad lo visito cuando salía para tu casa, encare a la chica que vos querías, y lo peor, que se vayan juntos, y vos como un gíl que los despedís diciendo: “Vuelvan pronto, me encanta que hayan venido, y que bueno que se van juntos” Mentira!!!! Si al flaco lo querrías matar!
Sin embargo, y a pesar de que al otro día, todo el mundo reniega de lo que pasó la noche anterior, la gente se empeña en seguir haciendo fiestas.
Yo en cambio, decidí no más fiestas, en casa, las últimas dos rebalsaron el vaso: la primera, vino tanta gente que faltaba bebidas y me querían linchar; en la segunda, más cauto, invite poca gente, pero como la bola de la primera se corrió me quedé soplando las velitas solo y con cajones de bebidas que no pudieron ser devueltas.
Así que amigos, si a pesar de lo dicho, siguen con intenciones de una buena “festichola”, compren mucho alcohol, y como siempre les digo, no dejen de invitar.

Su servidor Dionisio

lunes, 23 de abril de 2007

La televisión con rayitas


Que molesto es cuando uno no tiene nada que ver en la tele. A veces zapeando (verbo inventado del zapping), pienso ¿para que estoy pagando cable? Porque al fin al cabo los canales buenos están codificados; y claro, tener el codificador más los canales es un gasto muchas veces innecesario.
Antes, aquella época en que todo era mejor, uno pagaba el cable y tenía uno o dos canales realmente buenos para ver películas, series, etc. Hoy en día pasan todos los partidos de fútbol, es cierto, pero para acceder hay que pagar.
¿Quién no se quedó alguna vez, tratando de entender algo del codificado condicionado? ¿O jugando con el sintonizador para que no se vean las rayitas?
En cambio, nos dan para ver canales que no nos gustan para nada (religiosos, rurales, etc.), si hasta parece que se burlan de uno.
Es triste, por nosotros digo, pero no hay solución; las empresas de cable cada vez usan más el sistema prepago de canales individuales, o de eventos, el denominado “Pay Per View”, que nos duele tanto.
Lamentablemente, tendremos que resignarnos, y olvidarnos de aquellos años felices. Se viene una era en donde la selección será más variada, pero ello tendrá como contrapartida el precio.
En definitiva amigos, espero que me inviten los sábados a ver una buena película condicionada o los domingos el clásico; yo llevo la cerveza.

Su servidor Dionisio

miércoles, 18 de abril de 2007

Irresistible


Parece ya una ley. Se puede estar solo todo una vida, deseando a una mujer hermosa (o a varias), pero hace falta que uno, finalmente se resigne, y comience a salir con una chica no tan hermosa, para que no solo la mujer deseada, sino todas las mujeres hermosas se acerquen a uno.
Lo peor, no es solo que se le acerquen, sino que suelen preguntar si uno cambió el peinado, o si te afeitó, y uno está igualito. Es entonces, cuando uno se entera de que esa mujer (u otras) comenta que te pusiste más “varonil” ¿Qué quiere decir eso?
La cosa continua, y seguro, porque siempre está (y mas en estas situaciones), tu amigo, ese del alma, compañero de fracasos, que te llena la cabeza diciendo que dejes la fea y que te agarres la buena; o que solo te agarres la buena, sin dejar la que te dio de comer cuando nadie lo hacía, casi en un gesto de agradecimiento. Pero no, uno todavía, en ese punto, se cree una persona total y plenamente fiel.
Es momento de hacer las cosas bien, y uno sale con su chica (no tan hermosa), a recrearse. Pero tiene que suceder algo, siempre ocurre, aparece ella, “La Ex”. Tu ex, aquella que no estaba ni pasable, pero ahora está que parte la tierra. Porque eso es otro mal de los hombres, o de las mujeres, cuando uno sale con ellas son una más, pero uno las deja y se ponen realmente hermosas; pero esa charla es para otro día.
Llama, insiste en verte para “hablar”, en síntesis, te vuelve loco, y ya no encuentras justificativos ante tu chica, que a estas alturas ya comienza a sospechar. Pero al fin le haces comprender, a tu ex y a tu chica, que lo de ustedes terminó y que ahora estas “feliz”.
Enfermo por toda la situación, más la presión del amigo, y los innumerables “palos” de la chica que tanto gusta, uno cae en la tentación, y la invita a salir. Nada muy comprometido, a tomar un café, un helado, a caminar. En realidad, uno piensa que lo hace para sacarse la idea de que le puede gustar a terrible monumento de mujer; pero para sorpresa de uno ella acepta la invitación.
Al reunirse, parece que está más que bien, viento en popa, y la charla sube la temperatura lentamente. Al fin, sumergido en ese ambiente y ya jugado el todo por el todo, uno la invita a ir a un hotel, convencido de que a ella la sola idea le parecerá desagradable. Sin embargo, ella dice que no suele hacer eso, pero la atracción es incontenible.
Al entrar al hotel, ¿a quién no habría que encontrar? Sí a tu chica, que pasaba, causalmente por ahí con su mamá. Inevitablemente, los ven entrar al hotel.
Adentro, pensando en la chica que, lo miró a uno cuando nadie lo hacía, no disfruta nada, ni siquiera pensando en la ilusión de poder quedarse con la mujer que uno tanto deseaba.
Terminado el asunto, y, para colmo de males, al salir ella lo mira a uno y dice: “No estuviste mal, pero esto quedará entre nosotros y no se repetirá”
Ahora, y como todo comenzó, uno se encuentra solo, triste y sin nadie que lo vuelva a mirar, porque eso que a las mujeres atraía ya no existe más.
Por eso muchachos, hay que ser fiel, pero si alguna vez deciden no serlo y preparan una fiesta loca, ya saben, inviten.

Su servidor Dionisio

domingo, 15 de abril de 2007

¿De día o de noche?


¿Nunca les pasó de cambiar el sueño como se dice? O sea, despierto de noche y dormir de día. Algunos especialistas, aseguran que uno no descansa bien durmiendo durante el día, y que el mejor horario es por la noche.
Sin embargo, otros dicen sacarle más provecho a la noche. Claro que esto de sacarle provecho es muy relativo. Muchos se preguntarían ¿Qué es sacarle provecho a la noche?
Lo que sí es seguro, es que hay determinadas actividades que están caratuladas para realizarse casi exclusivamente en la noche, o en su defecto solo de día.
Ahora, si por alguna razón tendríamos que estar despierto de noche y dormir de día; o en realidad, lo que sería aún más interesante, intercambiar los horarios de todas las actividades. ¿Alguien se imagina lo que podría ser? ¿Variaría tanto?
Nos levantaríamos tipo 6 o 7, pero de la tarde, prepararíamos algo para comer, y tipo 7:30 saldríamos al trabajo o a la facultad o escuela. Los chicos, saldrían del colegio y de la escuela a las 00:30 o 1 de la mañana, y ya comenzaríamos a tener problemas porque estaría muy oscuro y las madres, horrorizadas, protestarían para que haya más iluminación en las calles y, por supuesto, más seguridad. Algunos regresarían a casa a almorzar con sus respectivas señoras, para luego dormirse una “siestita” hasta las 3 de la mañana, y luego volverían al trabajo. Otros harían horario de corrido hasta las 5 o 6.
Pero lo bueno estaría recién comenzando. Seguro que se vería un poco graciosa toda la escena de una fiesta importante. Las damas llevando trajes largos, llenas de maquillaje y peinados altos. Los hombres, seguro que no caerían tan raro en su vestimenta; aunque ¿se imaginan lo que sería, encontrar a aquellos que siempre se pasan de copas dando un espectáculo, a las 12 del mediodía o a las 3 de la tarde?
Los hoteles alojamientos tendrían las entradas, aún más reservadas, porque es más claro, por lo tanto es más fácil divisar quien entra.
Seguramente esta situación planteada no agradaría a la mayoría. Sin embargo, muchos la encontraríamos divertida, y trataríamos de pasarla lo mejor posible.
Aunque, como algunos somos demasiado contradictores, no podríamos con nuestro genio y mientras todo el mundo duerme haríamos nuestras tareas.
Para un humilde servidor, siempre es posible hacer todo lo que uno se propone, sin importar si es de día o de noche. Por eso, yo propongo a aquel que lea esto, que organice una buena fiesta de día pero que dure toda la noche.
Los saludo, no sin antes recordarles que me inviten a dicha fiesta.

Su servidor Dionisio.