miércoles, 19 de septiembre de 2007

Un ser "superior"


Clásico en mí, me agarran los estados anímicos por momentos, aunque en realidad son días. En estos últimos, me agarro por sentirme un poco filósofo, y cuestionar un poco de aquí y de allá.
Indagando sobre los aspectos más absurdos de la vida, con el único pero firme objetivo de perder mi tiempo de manera tautológica, descubrí que existen singularidades curiosísimas en nuestra vida diaria.
La mayoría de estos acontecimientos los dejamos pasar sin más reparo. Pero, como un buen día me desperté hecho todo un filósofo los voy a, por lo menos, nombrar.
A ver usted, que está sentado en frente de un monitor, nunca se preguntó ¿porqué todos, o por lo menos los que lo reconocemos, vivimos situaciones similares? ¿Es un error de configuración del que diseño este universo, algún tipo de “pruebita” que tenemos que vivir si o si, o algo similar?
Como prueba numero uno de mi alegato voy a mencionar la “raja” de los plomeros, gasistas o cualquier personal técnico que realice un trabajo en nuestra casa. Es ley que cualquiera de estos especialistas, al agacharse dejan la descubierto esa gran, y toda sudada, raya del c.... Diganme que estoy hablando por hablar (que de hecho es así) pero ¿Por qué tenemos todos que ver esa desagradable escena? No se salva nadie ehhh
La prueba numero dos, que pensé como algo que a todos nos sucedió sin explicación aparente, tiene que ver con los deja vú. Aunque parece que este último tiempo la palabra se puso de moda (no hablo por la película, por si alguno se le ocurrió… que por cierto está buena), el hecho sucedió desde siempre, y sin manejar ningún dato estadístico, para variar en mis divagaciones, podría asegurar que a todos nos pasó por lo menos una vez. ¿Qué objeto tiene? ¿Qué significa? ¿Es algún tipo de chiste para hacernos parecer más tontos de lo que ya somos? ¿Por qué nadie me responde? (a la última pregunta pude contestarla, es porque estoy encerrado en una pieza solo y nadie me escucha gritar)
Las últimas evidencias que traeré para ratificar mis alocados, y desvariados, argumentos, son una serie de hechos que demuestran que existe alguien que diseña y organiza nuestro universo, que no sólo es un “ser superior” sino que además hace cosas constantemente para burlarse de nosotros. ¿Cómo es posible que cuando uno más apurado está no pase un taxi? ¿Por qué cuando ganamos plata en una mano de ruleta, en la siguiente perdemos todo? ¿Es lógico que en los días más importantes, surjan millones de problemas a solucionar? ¿Es realmente factible, que se nos caiga el pan que recién untamos con mermelada, dulce o manteca siempre con lo untado para abajo?
En definitiva, y para ya no agobiarlos más con mis constantes preguntas, les dejo mi reflexión final. En algún lado, existe este “graciosito”, que se encarga, muchas veces, de burlarse de nosotros y de nuestra pobre y aburrida vida, que tiene muchos años y que sus “chistes” ya son viejos. Propongo que, al fin, cambie el repertorio.
Los saludo, no sin antes invitarlos a meditar sobre estas, y otras situaciones similares. Y si aún, desean “desafiarlas” jugando unas vueltas en la ruleta avísenme.

Su servidor, Dionisio

jueves, 6 de septiembre de 2007

Me vuelvo viejo (Retro final)

Nuestros Juegos y juguetes...
Bien, me decidí a concluir con esta serie de viejos recuerdos, que durante este tiempo estuvieron rondando por mi, cada vez mas calva, cabeza.
Entonces, para esta que será la última de mis remembranzas, decidí hacer un pequeño compendio de actividades. Pero tratando, esta vez, de llevar cierto orden lógico y, sobre todo, cronológico.
Difícil reconocer una verdadera edad de plena conciencia. Sin embargo, algunas de las cosas que me acuerdo que hacía de niño era jugar en la vereda de mi casa, o en la de mis vecinos, que era como la mía porque entraba y salía a libre disposición. Fue allí, donde comencé a conocer a mis mejores amigos, que me acompañarían en dichas y tristezas. Cuando recuerdo esos juegos, como las escondidas, la “Toca” (o también conocida como el “tú la traes”, “La mancha” o algo así…), el “congelado” (o las estatuas), y tantos otros juegos sumamente sanos, y divertidos a la vez, que jugábamos de niños, me es tan dificultoso imaginarme, en un par de años, a mis propios hijos jugando libremente en la calle. Cada día que pasa, la calle se convierte en tierra de nadie, y la gente parece, a veces, haber involucionado; hoy existe una maldad y una perversión en las calles que me hacen pensar seriamente si debería permitirles a mis hijos exponerse o no.
Tampoco era tan sano andar “vagabundeando” por las calles, y tal vez por eso, o porque los volvíamos locos, nuestros padres, y tíos sobre todo, nos regalaban juguetes y juegos para el hogar. Pensando en ellos, los juguetes que recuerdo casi sin hacer ningún esfuerzo son los famosos “Playmobil”, aquellos que eran policías, bomberos, reyes o piratas, según el sobrero, la pechera, el pantalón y/o la herramienta que usen. Para las niñas, en ese tiempo si mal no recuerdo, estaban los pinypon, que eran casi lo mismo solo que realizaban actividades como vender verduras, panadero del barrio, etc. Creo que las chicas jugaban, también y además de las clásicas Barbies, con unos caballitos “pequeños ponys” o algo así (perdón por la inexactitud, pero fue hace muuucho je).
Los nuestros, de nenes, eran tal vez más variados. Hoy recuerdo los muñecos de He-Man, que si les apretabas las piernas daban piñas, el Mazzinger, aquel que tenía un botón en el brazo que disparaba sus puños, tal cual el dibujito, y tantísimos otros que por olvidadizo hoy no recuerdo.
Obviamente, no todos estaban definidos por géneros, existían un montón de juguetes que compartíamos tanto nenas como nenes, más allá que siempre había un nene que jugaba con las barbies o la nena que se sentaba con sus 3 o 4 hermanos a jugar con los juguetes de los súper amigos (superman, batman, robin, flash, etc.). ¿Se acuerdan del famoso “miky-moko”? ¿Los rastris? ¿El ludomatic, aquel que nos regalaron a todos alguna tía vieja pero copada?
Las actividades en las escuelas también están bien recordadas. Aunque nunca llegue a entender bien, parecían divertirse mucho saltando el elástico, la rayuela o la misma piola. Yo prefería juntar mis “figus”. Recuerdo que tuve muchas, a ver: “Los supercampeones”, las de Oliver y Benji; “Batman”, las del “mundial 90”, y muchas más claro.
Un poco más de grandecito, y poco a poco, la tecnología se fue adueñando de mis ratos libres. Si tendría que hacer memoria, recordaría la famosa “commodote 64”, un maquinon que me entregó tardes y noches enteras de diversión. Tal vez, muchos no recuerden, pero para jugar con estas “computadoras” se debía cargar el juego con un cassette de cinta (los mismos de audio). Mas tarde, descubrí la XT, que tenían un sistema similar.
Hasta que apareció nuestro tan querido Attari, “la consola” de video juegos por excelencia. Luego, llegó el Nintendo, con el multijugado MARIO BROS., mas tarde el Sega mega drive, con el espinillo que se hacía bolita.
A partir del Supernintendo, comenzaron a salir miles de consolas, tantas que hasta hubieron muchas que ni conocí (game boy, play station, etc.). Por mi parte, preferí los juegos de mi PC, y ahí quedé hasta hoy.
De esa manera, transcurrió mi infancia, la nuestra. Tal vez no fue la mejor época de todas, pero ¿a cuantos de nosotros no nos gustaría que nuestros hijos vivan una similar?
Les dejo un abrazo, nostalgioso como estos recuerdos, que nos trasladaron, aunque sea por un ratito, a una época en donde compartíamos pocas maldades y muchas travesuras.

Su servidor, Dionisio.