Todos tenemos algún bichito. Aunque la primera oración se puede entender de varias maneras, a la que me voy a referir hoy, tiene que ver ese no se que, o “bichito”, como lo llamo yo, que sentimos cuando tenemos muchas ganas de hacer algo que no esta bien. Y es ahí cuando comenzamos a cuestionar ¿que está bien realmente? Es entonces cuando este “bichito” aparece y nos termina por aguar nuestras intensiones.
Para dejar más claro, voy a poner un ejemplo. El otro día salí, como todos los martes a la noche, a correr por el parque. Pero esta vez ya estaba cansado antes de salir, sin embargo, para no romper mi sana rutina, me aventuré a ir. Ya estaba por terminar de dar mis clásicas vueltitas, cuando unos chicos me silban y, al mismo tiempo, me gritan: “Eh! ¿No querés jugar? Nos falta uno”, en ese momento me saltó el bichito y pensé: “Mmm… ¡Que lindo jugarse un fulbito! Aparte siempre es bueno”, por otro lado, pensé por mi cuenta: “estoy muuuuy cansado, no me conviene”, por eso agarré y les dije: “¿Para donde juego?” Le hice caso al bichito endemoniado.
Termine el partidito y me fui a casa, fusilado como estaba. Así, llegue gateando al ascensor. “No funciona” me dice el portero, y con una sonrisa burlona agrega: “vas a tener que usar las escaleras” Me invadió unas ganas irrefrenables de pegarle, nada muy loco, aunque sea un chirlito, digo, como para hacerme respetar no; pero otra vez el bichito que me salta y me dice: “no esta bien eso, pobre tipo”.
En fin…Por cada escalón que subía, maldecía el momento en que decidí mudarme del segundo piso al catorce. ¿Hace falta que le diga consejo de quien fue?
En cuatro patas llegué a la puerta de mi casa, abrí como pude la puerta y entre. Ya adentro solo pensaba en irme a dormir, y otra vez el bicho metido: “no te vas a acostar así, estas todo sucio. ¡Anda y bañate!” Y como un gil agarre mis cosas como pude, y para no estar parado mientras me duchaba, llene la bañera. Me metí al agua, y tan cansado estaba, que me dormí ahí nomás. Me desperté dos horas más tarde, con un dolor en la espalda y en la nuca terrible… Anduve todo el día adolorido, y todo por no dejarme llevar por mis impulsos y deseos, por hacer caso de los consejos de ese bichito del demonio.
Por eso compañeros y amigos, no le hagan caso a su bicho, les aconsejo que sigan sus instintos y sean felices.
Su servidor, Dionisio
Anexo: Si esto lo lee algún psiquiatra; que no se asuste, ni quiera venir a casa para internarme… Por favor no le haga caso a su bichito!!!
Para dejar más claro, voy a poner un ejemplo. El otro día salí, como todos los martes a la noche, a correr por el parque. Pero esta vez ya estaba cansado antes de salir, sin embargo, para no romper mi sana rutina, me aventuré a ir. Ya estaba por terminar de dar mis clásicas vueltitas, cuando unos chicos me silban y, al mismo tiempo, me gritan: “Eh! ¿No querés jugar? Nos falta uno”, en ese momento me saltó el bichito y pensé: “Mmm… ¡Que lindo jugarse un fulbito! Aparte siempre es bueno”, por otro lado, pensé por mi cuenta: “estoy muuuuy cansado, no me conviene”, por eso agarré y les dije: “¿Para donde juego?” Le hice caso al bichito endemoniado.
Termine el partidito y me fui a casa, fusilado como estaba. Así, llegue gateando al ascensor. “No funciona” me dice el portero, y con una sonrisa burlona agrega: “vas a tener que usar las escaleras” Me invadió unas ganas irrefrenables de pegarle, nada muy loco, aunque sea un chirlito, digo, como para hacerme respetar no; pero otra vez el bichito que me salta y me dice: “no esta bien eso, pobre tipo”.
En fin…Por cada escalón que subía, maldecía el momento en que decidí mudarme del segundo piso al catorce. ¿Hace falta que le diga consejo de quien fue?
En cuatro patas llegué a la puerta de mi casa, abrí como pude la puerta y entre. Ya adentro solo pensaba en irme a dormir, y otra vez el bicho metido: “no te vas a acostar así, estas todo sucio. ¡Anda y bañate!” Y como un gil agarre mis cosas como pude, y para no estar parado mientras me duchaba, llene la bañera. Me metí al agua, y tan cansado estaba, que me dormí ahí nomás. Me desperté dos horas más tarde, con un dolor en la espalda y en la nuca terrible… Anduve todo el día adolorido, y todo por no dejarme llevar por mis impulsos y deseos, por hacer caso de los consejos de ese bichito del demonio.
Por eso compañeros y amigos, no le hagan caso a su bicho, les aconsejo que sigan sus instintos y sean felices.
Su servidor, Dionisio
Anexo: Si esto lo lee algún psiquiatra; que no se asuste, ni quiera venir a casa para internarme… Por favor no le haga caso a su bichito!!!
3 comentarios:
Ahí hay un error... Resulta que el "bichito" sos vos... De seguro que a las macanas te las mandas vos, y el bichito esta queriendo que no lkas hagas...
no seria mejor: "mi bicho y yo?" o vos sos de esos q siempre son o quieren ser los primeros en todo?pensalo....
quien sos?y que tiene que ver lo que decis?...te sentis tocada por lo de bicho?
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