La otra noche, recostado, entre el sofá y una silla, y viendo un poco de televisión, me suena el teléfono. “Hola, ¿como estas?” me dispara. A lo que, rápido de reflejo, respondí: “Bien, por suerte, pero ¿con quién tengo el gusto y “piacere”?. “¿Cómo? ¿ya no te acordás de mí? Soy Vivi”, me lanzó. En ese momento, y por un instante me quedé totalmente en blanco y sin reacción, por suerte, retome el hilo de la conversación, y haciendo un poco de esfuerzo la recordé…
A Vivi la conocí en unas de mis vacaciones en la costa. Yo había ido a visitar a unos parientes que tengo allí cerca, y el mismo día que llegué, la vi. Estaba sentada conversando con mi primo Gabriel.
Delgada, pero no tanto, ese día traía puesto uno de esos mini shorts –después descubriría que no le gusta mucho usarlos- que revelaban sus largas y perfectas piernas, de cabello cobrizo, y con unas pocas ondas, necesarias como para dejar traslucir su hermosa sonrisa en el momento justo. Sin duda, me enamoró desde el primer momento.
Mi primo, se dio cuenta al instante. No tuvo problema, me la presento, y ahí nomás, entre charla y charla, propuso reunirnos a la noche, con otros amigos.
Como a ella la había visto de antes, y porque me gustaba muchísimo también, hable toda la noche solo con ella, y por suerte hubo onda desde el primer día.
Vivi, era una chica muy simpática, con mucha capacidad de diálogo, y sobre todo, muy divertida, le gustaba mucho su hogar, y sobre todo el mar. Yo me sentía muy bien con ella, y no tenía que hacer mucho esfuerzo para estar con ella y divertirme.
El resultado fue, que dos días mas tarde, ya estábamos hechos unos novios enamorados. Para mi era un sueño, me gustaba realmente, y nos llevábamos muy bien.
Esos días que me quedé con mis tíos, los pasábamos juntos, todo el día teníamos algo que hacer, fueron las mejores vacaciones de mi vida. Pero, como todo lo bueno de este mundo, se terminó.
El último día, nos prometimos seguir escribiéndonos, llamarnos y hacer todo lo posible por no perder el contacto.
Duró realmente muy poco esto, lo de la distancia es algo que, tarde o temprano, desgasta cualquier relación. A mi me resultaba muy difícil, y me imagino que a ella también.
No se llegó a charlar sobre nuestra “ruptura”, simplemente nos dejamos de llamar, nos dejamos de escribir, en síntesis, nos dejamos.
Pasaron ocho años desde la última carta, no supe nada de nada, hasta hoy...
“Vivi!!! Mi amor!!! ¿Como estas?” le respondí, con una mezcla de alegría y nostalgia.
“Bien, te llamé porque el otro día lo encontré a tu primo y me hizo prometer que lo iba a hacer. Y la verdad es que quería saber de vos” me dijo.
- Yo estoy bien.- dije- Vivo donde siempre, aunque ahora solo, mi compañero se casó y me abandonó. Así que no tengo quien me rete por mi desorden.
- Yo también, lo hice. Hace dos años que estoy casada con alguien de aquí- me contaba, y mientras lo hacía yo veía diluirse mi esperanza de volver a verla, por lo menos como mi Vivi- El es Licenciado en Oceanografía, y en cierta forma trabajamos juntos, yo me termine por recibir de bióloga marina. Por suerte, soy muy feliz.
Charlamos un buen rato, me contó de algunos de sus estudios e investigaciones, de sus sueños y de que piensa en algún momento ser madre. Mientras que yo, hable muy poco en realidad, solo quería escucharla, aquella voz en el teléfono, me recordaba tantas cosas y tantos momentos lindos. Ella intentó sacarme cosas, yo trataba de contar poquito y nada, por un lado para seguir escuchándola, y por el otro para reservar algo para que, alguna otra vez, pueda volver a hablar con ella.
Me dejó su teléfono, y lo escribí en la heladera. Quedamos en llamarnos nuevamente, para conversar otra vez, y me invitó, para alguna vacación, ir a su casa, donde podría conocer a su esposo y el maravilloso trabajo que hacen juntos.
La vida, a veces, es poco primorosa, y cuando puede nos deja, tan solo, sentir el aroma, y no saborear de los mejores postres.
Paso todos los días por la heladera, la miro, agarro el teléfono, y vuelvo a mi sofá, a ver televisión y esperar que me llame otra vez, porque yo no tengo el valor para hacerlo.
Las historias de amor de verano tienen eso, son solo de verano…
Los saluda.
Su servidor, Dionisio