Siempre va a saltar alguno que dirá “a mi eso no me pasa”, pero estoy seguro que a la mayoría de los humanos nos sucede, y es a esa mayoría a la que me dirijo. Vieron que difícil es tirar a la basura esa prenda que, por diferentes motivos, tanto apreciamos. Estoy hablando de aquella que tiene más de “mil batallas”, aquel calzoncillo que usabas solo para “ocasiones especiales” y hoy usas para jugar al fútbol porque tiene más agujeros que tela, o aquella bombachita rosa que usabas para ir a fiestas o a los exámenes, y hoy con suerte la usas para dormir o limpiar tu casa porque si existiera la micromicromicromini tanga ella entraría sin duda en el catalogo si no fuera que ya no le queda ni color que la defina.
Se los digo, porque a mi también me pasa, tengo un montón de calzoncillos y medias agujereadas por todos lados, que ya me sobran los partidos de fútbol al mes para usarlos.
Os dejo entonces amiguitos, para que ustedes decidan por sí solos que hacer con sus trapitos: tirarlos, usarlos para limpiar los muebles o inventar algún otro uso místico y oculto.
Por mi parte, los voy a atesorar como bellezas únicas, porque cada uno de ellos son un recuerdo distinto, y uno no suele tirar los recuerdos… ¿o si?
Aguanten los trapos viejos
Hasta la próxima…
Su servidor Dionisio
Se los digo, porque a mi también me pasa, tengo un montón de calzoncillos y medias agujereadas por todos lados, que ya me sobran los partidos de fútbol al mes para usarlos.
Os dejo entonces amiguitos, para que ustedes decidan por sí solos que hacer con sus trapitos: tirarlos, usarlos para limpiar los muebles o inventar algún otro uso místico y oculto.
Por mi parte, los voy a atesorar como bellezas únicas, porque cada uno de ellos son un recuerdo distinto, y uno no suele tirar los recuerdos… ¿o si?
Aguanten los trapos viejos
Hasta la próxima…
Su servidor Dionisio