Muchas veces he reflexionado sobre lo que sucedió con Daniel. Más de una vez pensé en qué hubiera sucedido si no le proponía que me entregue esa foto. La verdad es que nunca pude encontrar una respuesta, porque cualquiera que daba se me presentaba como inverosímil e imposible de probar. Y ello me ha llevado a pensar en que de cierta forma todos tenemos marcado un camino, o por lo menos tenemos algunos pocos caminos posibles. Y son nuestras propias elecciones las que nos van abriendo o cerrando otros que ya están de cierta forma pre propuestos.
Es como aquello que propone que ya el nacer en determinado espacio- tiempo y en determinado contexto te limita tus posibilidades de crecimiento económico-social. No vas a poder crecer más que esto (salvo excepciones).
Pero creo que va más allá de eso, hay ciertos factores que exceden lo social, que tienen que ver un poco más con lo individual, con la esencia de cada persona y con algo que está mucho más allá de lo material.
Es indiscutible que cada uno tenemos un espíritu, un alma, que nos domina y que nos hace ser lo que somos. No hay duda tampoco, que ella no es material, que es “algo” difícil de definir pero que está, que existe y que por ella existimos.
Yo pensaba en ello y me preguntaba: “Si nuestra alma existe, no es material pero está, aunque no sabemos donde, ni sabemos ubicarla ni mucho menos dominarla ¿Qué le impediría abandonarnos por un tiempo?”.
Si es como muchos creen, que nuestra alma abandona nuestro cuerpo cuando morimos (como la religión intenta hacernos creer), y muchas de ellas terminan deambulando por ahí ¿Qué le impediría hacerlo antes?
Me ha pasado muchas veces llegar a un lugar completamente nuevo para mi y tener una cierta certeza de que ya lo conozco.
Y ni hablar de aquellos famosos dejavú. Porque digo, al no ser un ente material, es decir, al ser algo totalmente inexplicable e indescifrable, que viaja recorriendo espacios no conocidos, por ahí podría viajar en el espacio-tiempo hasta llegar a momentos del futuro.
Si esos viajes son posibles, significa que el futuro ya está predestinado y que no hay nada que se pueda hacer para cambiarlo. Y por ahí, esa sea la única forma que tiene el alma para mostrarlo.
Es como aquello que propone que ya el nacer en determinado espacio- tiempo y en determinado contexto te limita tus posibilidades de crecimiento económico-social. No vas a poder crecer más que esto (salvo excepciones).
Pero creo que va más allá de eso, hay ciertos factores que exceden lo social, que tienen que ver un poco más con lo individual, con la esencia de cada persona y con algo que está mucho más allá de lo material.
Es indiscutible que cada uno tenemos un espíritu, un alma, que nos domina y que nos hace ser lo que somos. No hay duda tampoco, que ella no es material, que es “algo” difícil de definir pero que está, que existe y que por ella existimos.
Yo pensaba en ello y me preguntaba: “Si nuestra alma existe, no es material pero está, aunque no sabemos donde, ni sabemos ubicarla ni mucho menos dominarla ¿Qué le impediría abandonarnos por un tiempo?”.
Si es como muchos creen, que nuestra alma abandona nuestro cuerpo cuando morimos (como la religión intenta hacernos creer), y muchas de ellas terminan deambulando por ahí ¿Qué le impediría hacerlo antes?
Me ha pasado muchas veces llegar a un lugar completamente nuevo para mi y tener una cierta certeza de que ya lo conozco.
Y ni hablar de aquellos famosos dejavú. Porque digo, al no ser un ente material, es decir, al ser algo totalmente inexplicable e indescifrable, que viaja recorriendo espacios no conocidos, por ahí podría viajar en el espacio-tiempo hasta llegar a momentos del futuro.
Si esos viajes son posibles, significa que el futuro ya está predestinado y que no hay nada que se pueda hacer para cambiarlo. Y por ahí, esa sea la única forma que tiene el alma para mostrarlo.
Su servidor, Dionisio